Esforzarte o No Esforzarte

30 enero, 2012 at 9:18 (Flasheadas) (, , , , )

A veces cuesta diferenciar entre un extremo y otro, o cuesta no mezclar cosas.

Veo gente que habla de que en la vida hay que romperse el orto, pero se refiere más a sufrir y que sea todo un parto. También están los neotaoistas o pseudo-espirituales que hablan de que no hay que esforzarse porque eso es forzar las cosas, pero no es más que una forma de escapar a sus responsabilidades o bien racionalizar su miedo a intentar lo que quieren o una buena forma de cubrir sus fracasos.

No es que esté bardeando la sabiduría milenaria del taoísmo, al contrario, solo creo que , como todo, mucha gente toma palabras y conceptos incompletos para excusarse o perderse en la marea.

De todas maneras, esto es todo un tema que siempre me da que pensar. Grandes personas que admiro y gente que logra cosas que me causan admiración, lo han logrado siempre tras una gran dedicación y esfuerzo. Tal vez esté de más pasarse de rosca, pero el esfuerzo siempre está.

Quizás hay un basta, y el basta quizás es evitar pasarse mucho de rosca. De todas maneras, hay gente que logra desatar su potencial tras pasarse de rosca y hay gente que apenas se cansa ya no da para más. Sigo pensando que, como sea, se necesita cierta pasión para poder hacer algo con real disciplina y llegar a las profundidades de algo.

La gente sin amor y sin pasión, pero sobre todo sin amor, suele vivir vidas muy vacías y tristes. No importa si usan el consuelo o tapadera de «soy re zen», yo sé que son personas tristes. Sí conozco gente «muy zen», pero de otra forma, y aunque laburen en no apegarse y demás, emanan amor y felicidad. Es oootro caso.

He pasado por una importante transición y situaciones que me generaron un importante cambio últimamente, y recién ahora estoy poniendo el pie en la nueva etapa, es decir, encontrando la estabilidad (por así decirlo) para este nuevo ciclo. Pero sigo pensando que esforzarse es un don. Y esforzarse no es lo mismo que sufrir, y sigo pensando que quien habla de no esforzarse, en la gran mayoría de los casos, solo tiene mucho miedo a vivir.

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Iyengar

22 junio, 2010 at 3:49 (Personalidades/Posturas, Yoga) (, , , , , )

El destino puede afectar a un ser humano en un instante y alterar su forma y carácter. En algunos casos puede notarse con rapidez, mientras que en otros hay que esperar a que un esfuerzo duro, persistente y paciente lo haga fructificar.

Así comienza «La Es01encia del Yoga -Volumen I», un libro donde Iyengar, principalmente, realiza una interesante autobiografía.
Iyengar es para mí, alguien sumamente especial. A través de su enormemente valiosa enseñanza y ejemplo de vida, he visto a la mía resucitar de una situación que yo creía insuperable. No fue directamente con él, por supuesto, sino por medio de mi siempre amada maestra y amiga, quien me hizo conocer a este hombre genial.

Cuando uno ve las posturas, los ejercicios y la fluidez con la que trabaja Iyengar en estos,es poco probable que no se te escape un «¡Qué groso chabón!». Uno dice «bueno… obviamente se rompió el culo para lograr esto» y también algunos dicen «si yo pudiera…».

Pero lo sorprendente (más sorprendente) llega cuando te enterás de su historia.

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Casi como pasear por Plaza Once

Iyengar nació en la India, en condiciones desastrosas. Su familia era extremadamente pobre y al momento de nacer, su madre sufría de una gripe que se estaba llevando miles de personas, por lo que él nació de pura suerte. Llegó al mundo desnutrido, enfermo y medio deforme. En las condiciones que se encontraba, la mayoría aseguraba su muerte y sus hermanas mayores lo describían como un saco  viejo y malformado.
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Creció con enorme dificultad, enfermándose terriblemente una y otra vez (incluyendo tuberculosis), totalmente debilitado y con el cuerpo escuálido y sin fuerzas. Vivía azotado por el dolor y la incapacidad. Fue a la escuela como pudo pero no pudo estudiar mucho, por razones obvias. El dolor se lo impedía, el malestar, además se dormía intentando leer porque, obviamente, no tenía fuerzas.

Por supuesto que durante casi los primeros 20 años de su vida, no comió una goma, ya que las condiciones económicas no lo permitían.

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Iyengar en el mundial de Starcraft

Al llegar a la adolescencia, pesaba apenas 32 kilos y su vida era una verdadera porquería. Ya a esa edad, pensó en el suicidio muchas veces. Pero, la fortuna, hizo que se le cruce en su vida su cuñado, quien era un Gurú muy reconocido del Yoga.
Éste lo adoptó como discípulo. Lejos de ser un ser espiritual y benevolente, el tipo lo trató como el orto. Lo vivió castigando (física como mentalmente), a límites insospechados. Iyengar apenas podía con lo que tenía que hacer, y el tipo le daba sin asco. Lo obligaba a realizar tareas de esclavo, lo cagaba a piñas, lo dejaba sin comer días y días (cosa que, de todas maneras, Iyengar ya conocía…lametablemente ), etc.

Cuando había que hacer alguna demostración pública, su maestro le obligaba a realizar posturas jodidísimas que ningún alumno, incluso avanzado, se atrevía. Lo atozigaba con la frase «no voy a permitir que me humilles frente a todos» y él, todo panchito, iba, lo hacía como podía, se desgarraba, se recontra lastimaba, y luego tardaba años y años en recuperarse de su nuevo mal (uno más).

Así, Iyengar hacía yoga por obligación. No lo disfrutaba, pero le daba migajas de comer.

En ese entonces, con la ocupación inglesa en la India, las señoras gordas y chetas se interesaron en aprender esa cosa loca llamada yoga (se nota que era cool, algo que sigue pasando).  Como estaba mal visto enseñarle a mujeres (una gran boludez, obvio), lo mandaron a Iyengar que era el más chico y se las morfaba todas.

Esta «mala suerte», le sirvió pare empezar a descubrir el sabor de enseñar. Como seguía hecho mierda con su pobre cuerpecito malnacido y maltratado por la vida, sufría horrores todo lo que practicaba. Así todo, entrenaba 10 horas por día para intentar hacer las posturas que necesitaba aprender para poder enseñar y así, ganarse el pan.

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El tipo tiene más de 90 años y sigue entrenando zarpado. Se manda las re posturas!

Con el paso del tiempo, el maestro iyengar fue tomandole el saborcito a esto del yoga. Se volvió cada vez más fuerte, en cuerpo y alma. Mandó a cagar a su maestro  y empezó a dar clases por varios lados.

En su autobiografía, comenta que él, recién a los 35 años, luego de romperse el orto y sufrir como un condenado, descubrió que su vida tenía sentido y valía la pena. El «recién» es medio irónico, porque la mayoría de la gente no lo descubre nunca y desperdicia todos sus maravillosos días.

Iyengar se  constituyó en, probablemente, el maestro de yoga más famoso del mundo, enseñándole a personalidades como J. Krishnamurti. Pero, lo que ayudó que el yoga sea famoso en todo el mundo, fue el hecho que entre los alumnos de Iyengar, estuvo el afamado violinista yanki-inglés Yehudi Menuhin. Éste, enormemente agradecido con los beneficios del yoga, llevó a Iyengar a Inglaterra y, así, su fama se expandió por el mundo.

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"Te dicen escorpion" "¿por qué?" "Porque te defendés con la cola!!!!"

Menuhin, a menudo, se refería a Iyengar como «le mejor maestro de violín que jamás he tenido».

En fin, Iyengar es, para mí, un maravilloso ejemplo que, de hecho, impactó en mi vida enormemente. Ciertos paralelos de mi vida con la suya (con algunas distancias muy grandes, sí, pero igual semejancias), me inspiraron y dieron fuerza para encender el guerrero que hay en mí. En su momento, millones de veces pensé en abandonar. El dolor de mi cuerpo se tornaba insoportable, y tan solo pensaba en darle fin a todo esto. Siempre pensé que no había salida. Hoy, gracias a personas como este ser maravilloso, peleo día a día sin importar si esto tiene fin o no. Sé que, con gran esfuerzo, algún día puede todo cambiar. Pero no es ese el punto, en lo absoluto.

Felicidad y sufrimiento, felicidad y dolor, felicidad y la dureza de la vida, no son contradicciones. La vida trae su crudeza, y vivirla es parte del juego.

Como dije en mi primer post de este blog, si estás esperando a que todo cambie para ser feliz, para vivir, para ser vos…. esperá sentado. La vida es HOY, no importa lo duro que esta sea.

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